Ludwin Van Beethoven Sonata piano nº14 "Claro de Luna" Lyrics

Las 32 sonatas de Beethoven conforman el ciclo más extenso, complejo y difícil de la historia del pianismo universal. En ellas se manifiesta la personalidad revolucionaria y de transición de Beethoven, y el compositor se sitúa como el más destacado de la forma Sonata del periodo comprendido entre Clasicismo y Romanticismo. Fiel a la forma sonata, el gran maestro se permite más de una innovación: sonata de dos, cuatro o cinco movimientos, temas con variaciones, fugas, Scherzos, etc.

Estas sonatas presentan nuevas sonoridades, audaces experimentos, queda encerrado el mundo interior del compositor y también el recién llegado lenguaje expresivo de la revolución romántica. En la temprana "Patética", en la tempestuosa "Appassionata", en la brusca y laberíntica "Hammerklavier", en las definitivas sonatas op. 110 y 111, se va llegando a las fronteras de la exposición pianística, que serán alcanzadas en el op.120. Beethoven fue uno de los compositores que más exigió a los constructores de piano en cuanto a la mejora de la sonoridad y la resistencia de los pianofortes decimonónicos.

Las sonatas para piano de Beethoven transportaron la música a un nuevo orden. En las del op. 2, se advierte un aliento y un dominio estructural que rompían con la elegancia dieciochesca. Después de 1800, Beethoven empezó a desarrollar el género con proyecciones románticas. La Sonata op. 22, en Si bemol mayor, es la última sonata del primer período de composición, la cual Beethoven declaró como su sonata preferida. La op. 26 en La bemol (la primera que compuso desde el comienzo del nuevo siglo), se abre con un tema lento con variaciones, sigue con un scherzo temerario y vertiginoso, una marcha fúnebre "a la muerte de un héroe" y concluye en un final que es un torbellino. A ésta le siguieron las dos sonatas op. 27 que formalmente son cualquier cosa, menos convencionales. Los siguientes hitos de su composición pianística coincidieron con la gran crisis que le produjo el agravamiento de su sordera. La brillante "Waldstein" (el apellido del conde dedicatario, algunas veces denominada "Aurora" en los países de habla hispana) y la arrolladora "Appasionata" fueron de concepción tan revolucionaria, que hasta el propio Beethoven se abstuvo de escribir para piano solo, durante algunos años. Pero la cima de su pianismo son las cuatro últimas de las treinta y dos sonatas, desde la "Hammerklavier", hasta la op. 111 en Do menor, la tonalidad de la que se valía Beethoven para su música "Sturm und Drang", como por ejemplo, su Quinta Sinfonía. Las sonatas beethovenianas exigían un virtuosismo pianístico sin precedentes hasta entonces y eran consideradas prácticamente intocables en la época. Liszt fue quien primero demostró que estas sonatas se podían tocar.

El inadecuado entrenamiento que tuvo Beethoven en sus primeros años de estudios musicales, se refleja en las tres sonatas para piano escritas en 1783. El piano súbito, los repentinos arranques, las figuras de arpegios (ejecutadas a altas velocidades en varias octavas de forma ascendente o descendente) conocidas como los "cohetes de Mannheim", son características de la personalidad musical y sentimental de Beethoven. Él es el primero en usar el acorde de novena sin preparar, como se puede observar en el primer movimiento de la sonata "Claro de Luna". Beethoven compuso esta sonata en 1801 y se la dedicó a una de sus alumnas, la Condesa Giulietta Guicciardi. Poco tiempo después de sus primeras lecciones se enamoraron el uno del otro. Se cree que tras dedicarle la Sonata, Beethoven le declaró su amor y le pidió que se casara con él. Aunque la Condesa estaba dispuesta a hacerlo, sus padres no lo consintieron y finalmente no hubo boda.

El subtítulo original que llevaba la pieza era "Quasi una fantasia", y el de "Claro de luna" fue sugerido posteriormente por Ludwig Rellstab en 1836, años después de la muerte de Beethoven, porque la pieza le recordaba a la luz de la luna reflejada en el lago de Lucerna. Desde entonces, la nueva denominación de Rellstab pasó a ser aceptada extraoficialmente.

El primer movimiento de la Sonata "Claro de Luna" parece mucho más libre de forma que cualquier otro de las anteriores sonatas de Beethoven; sin embargo, la más célebre de sus dos sonatas "quasi una fantasia" es también la más conforme al modelo habitual de la gran sonata. Los tres movimientos están bien diferenciados (aunque se suele tocar los dos primeros sin solución de continuidad), y están en la misma tonalidad (el re bemol del "Allegretto" es como una transcripción del do sostenido). Lo que hace que la obra sea a modo de una fantasía tiene menos que ver con la forma de los movimientos que con la ausencia de contrastes emocionales dentro de cada uno de ellos: en este sentido, ninguno de los movimientos, tomado en sí mismo, constituye un proceso musical completo. El primero podría calificarse de "monotemático", o incluso de "no temático", puesto que se desarrolla casi a la manera de los preludios atemáticos de la época barroca. El "Allegretto" es también atípico con respecto a los minuetos y scherzos de Beethoven, ya que el contraste entre la sección principal y el trío se reduce al mínimo. El tiempo final está escrito en forma sonata, pero muchos críticos han cometido el error de considerar esta característica como una especie de compensación por la falta de una clara y consistente forma de sonata en el primer movimiento. Los movimientos iniciales de las sonatas de Beethoven son frecuentemente brillantes, pero nunca terribles. Y el movimiento final de la "Claro de Luna" marcha a un paso terrorífico ("Presto agitato"), salvo los dos acordes en octavas - indicados "Adagio" - que permiten al oyente recobrar el aliento antes del violento ataque del final "Prestissimo".

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